domingo, 14 de febrero de 2010

Amicus optima vitae possessio

El decimocuarto día del segundo mes de cada año está reservado para una celebración por demás curiosa. Aquel día que el vulgo conoce como “Día de San Valentín”. En mi opinión personal, no se trata más que de una suerte de trampa comercial, lo que no le quita el mérito de acercar más a las personas. Y ese es precisamente el tema que pienso tratar: las relaciones interpersonales

Dado el “espíritu de la ocasión”, estoy seguro que se escribirá mucho en blogs y demás sobre romance, pasión, amor; ερως, en suma. Por tanto escribiré sobre aquel otro tipo de amor que, aunque no despreciado, es hasta cierto punto opacado en esta festividad y que, a pesar de ello, es más común que el noviazgo formal y un refugio más estable que este.

Me refiero a la amistad.

La amistad es probablemente la relación interpersonal que más trabajo da a filósofos, biólogos y demás humanistas y científicos. C.S. Lewis habla en su obra Los Cuatro Amores que la amistad es la forma “menos natural” de amor puesto que desde un punto de vista netamente biológico no es necesaria para la continuidad de la especie y, yendo más a la psyché, debido a que no está tan estrechamente relacionada con impulsos y apetitos como el romance o el afecto. Pero por eso mismo podríamos decir que es la forma más noble de amor. El mismo Lewis dice en ese mismo libro que la amistad no tiene valor de supervivencia, sino que le da valor a la supervivencia.

Una de las escuelas filosóficas que daba mayor valor a la amistad era el epicureismo. Esta, fundada por el griego Epicuro, es constantemente identificada con el hedonismo, lo cual no es correcto. Si bien es cierto que el epicureismo ponía al placer como bien máximo, abogaba por la moderación y rechazaba los excesos propios del hedonismo. La amistad era considerada necesaria para alcanzar el máximo placer, esto es la tranquilidad y la ausencia de todo miedo. Ahora bien, en el fondo, el epicureismo promueve la amistad no porque sea noble por naturaleza sino porque da placer y seguridad. Esta escuela promueve la reciprocidad y obediencia a las normas porque o bien dan placer o bien evitan el dolor; la amistad no es la excepción. Puede sonar egoísta, pero eso no le quita la vasta importancia que le dieron.

Marco Tulio Cicerón escribió un hermoso tratado sobre la amistad, llamado Laelius De Amicitia (Lelio sobre la Amistad), que es presentado a modo de diálogo y en el que predomina el personaje de Cayo Lelio Sapiens, cuya amistad con Publio Cornelio Escipión Emiliano es conocida. Dice Cicerón por boca de C. Lelio que la amistad es un sumo consentimiento en las cosas divinas y humanas con amor y benevolencia; y la califica como el más grande don que los dioses han dado al ser humano desde la sabiduría. La amistad verdadera se basa en la virtud y nace de ella (lo cual contrasta con la visión epicúrea) a la cual se le suma el trato. Es decir, la amistad se origina con admiración a otra persona, por su virtud y costumbres, se desarrolla con el trato continuo con dicha persona y llega a su plenitud en una suerte de competencia de virtud, en la que el uno desea dar y ayudar al otro y viceversa; es así que termina por aportar grandes beneficios. Mas las amistades que nacen por interés están condenadas a morir rápidamente, en el momento en que este interés desaparezca. Es notorio, por último, que Cicerón sugiere mantener amistades sólo con buenas personas: con quienes no lo sean, es recomendable no desarrollar apego (lo cual no significa que deba tratárseles mal); y dice que no debe ayudarse a un amigo a hacer lo contrario a la ley o a los propios principios, aunque en todo otro aspecto a los amigos se les debe lealtad.

Aristóteles es muy probablemente el filósofo que más ha escrito sobre la amistad. Le dedica dos libros (el octavo y el noveno) de su “Ética a Nicómaco” a la “Teoría de la Filía”. El Estagirita dice que la amistad es virtud o bien está acompañada de ella; califica a esta relación como necesaria e ilustre. La amistad verdadera ha de ser honesta y estar fundada en la bondad: y consiste principalmente en desear plenamente el bien al otro. Es Aristóteles quien plantea la interesante premisa de que un amigo verdadero es “otro yo”: dos amigos son un mismo espíritu en dos cuerpos distintos.

Es notorio el ensayo Amistad de Ralph W. Emerson, para quien es importante la “novedad” en las relaciones de amistad: ve a los amigos como libros, destinados a usarse y guardarse luego, posición con la que estoy en desacuerdo, salvo a aquellos que llamamos amigos apresuradamente pero a los cuales no nos une un verdadero vínculo (tuve esa clase de relación con muchos de mis compañeros de colegio). Por último, Séneca (el Joven) habla al respecto en sus Cartas a Lucilo, en las que dice que la amistad nace de un instinto natural, instinto compañero de la aversión a la soledad.

Muchísimos otros grandes escritores hablaron sobre este tema, pero no hablaré sobre ellos ahora. Nunca habrá espacio suficiente para hacerles justicia (además la paciencia de mis lectores se agota y debo concluir este escrito).

Me pregunto que dirían esos grandes pensadores al respecto de vivir hoy en día. Actualmente la amistad es muy común, y de hecho a casi cualquiera se le llama “amigo”. Las redes sociales han explotado este concepto (ello será visto a profundidad en un artículo futuro). Pero veo que la amistad verdadera sigue siendo muy escasa. Y pienso que esto se debe a que requiere empatía y sacrificio, que la cultura individualista actual rechaza (pero, lo reitero, eso lo dejaré para después o este artículo nunca terminaría).

Una persona de gran instrucción y entendimiento me dijo una vez que la vida le había enseñado que la amistad era más fuerte incluso que el amor. La amistad es quizá la forma más racional de amor, la que menos depende de los impulsos, y es por ello que estoy de acuerdo con esas palabras: puede que el amor romántico sea más intenso pero no por ello es más fuerte.

Encuentro sorprendente cuánto puede hablarse sobre la amistad y cuán difícil puede resultar definir algo que, sin embargo, todos reconocemos.

Gracias a Dios, puedo decir sinceramente que mi vida ha sido bendecida con personas que le dan un sentido profundo al concepto de amistad y que honran el título de amigo, amigos verdaderos en suma… ¿Lo ha sido la suya, amable lector?


D.

viernes, 12 de febrero de 2010

sobre fútbol y filosofía

este será el post más breve del blog:






(miren el argumento de Marx para anular el gol)

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